miércoles, 13 de abril de 2011

TENGO UN SUEÑO

Editorial de la revista El Zarzo del 2011

 
Este número de la revista El Zarzo está dedicado a los sueños, los tengamos o no, es decir, dedicado a la vida. Sin soñar no se puede vivir, para no contradecir a nuestro gran Calderón de la Barca, él defiende que la vida es sueño, rimando lo onírico con la realidad, nos convence de nuestros estados, a veces confusos a veces ilusos, nos lleva al yo que sueña, que vive, que nos alerta, que nos describe una pasión incierta.

Si conjugamos el verbo soñar nadie queda excluido de él, desde “yo” hasta “ellos” todos soñamos, lo que no sabemos es qué tiene más peso si el sueño del día o el sueño de la noche, si el sueño de la fantasía o el del reproche.

Desde el amanecer estamos soñando lo que anhelamos o lo que tememos, pero soñamos. Soñamos posibles e imposibles, soñamos con la magia del regalo, del juguete, de la fortuna, soñamos también sueños. De niños soñamos deseos simples, de jóvenes se hacen más vehementes, más adelante se convierten en prudentes y con la experiencia soñamos con paciencia, sin ser exigentes.

Si se sueña a voluntad se está planeando un deseo, se puede embarcar a descubrir un nuevo continente, conseguirlo y volver para testimoniar que se tuvo un sueño; se puede salir al espacio o bajar al subsuelo, siempre se hará lo mismo, demostrar que hubo un sueño, de 20.000 leguas, de globos y Nautilus, de fantasías propuestas para que no haya sueños sin realidades, ni verdades sin sueños.

Ahora estoy soñando que escribo pero, tal vez, lo que escribo es un sueño, al igual que todos los que han participado en la elaboración de este número, algún pequeño deseo nos empuja a soñar que podemos estar presentes, con nuestras vivencias y deseos, en la fantasía del sueño común, del sueño de todos, del soñar despierto, del vivir a través del sueño.


 

miércoles, 30 de marzo de 2011

AULA DE ADULTOS

 Este artículo fue publicado en 2010 en la revista El Zarzo del Cepa Sierra Norte.

De pequeño fue un corto tiempo a la escuela, a rezar y a recitar la tabla del dos, después la del tres….Los ríos y la historia de España, la gramática y la literatura le dieron poca investidura; el río Ebro, el rey don Pelayo, los artículos en prosa y en verso los llevaba en su cartera de cuero color marrón, viajaban en la espalda, a veces de la mano, pero pocas metidos en la cabeza.
Pasó el tiempo y creció, también sus conocimientos, aunque no lo suficiente. Empleó la vida en el trabajo y llegó a la meta, la de no hacer nada, la de vagar y esperar. Entonces, quiso hacer algo nuevo, o algo viejo, quiso aprender o recordar, quiso entretejer lo sabido y olvidado, lo nunca aprendido.
Se cruzó en el camino con otras almas gemelas que también querían hacer algo para no vagar. Juntos en horario de mañana, o de tarde, vuelven a dibujar en el papel rasgos de escritura, trazos de dudas, pero con la tranquilidad que da la voluntad.
Su tiempo escolar hace tiempo que pasó, pero ha vuelto en forma de ocupación, de compañía, dos días a la semana para recordar que la memoria olvida, que se ha hecho frágil, que no está tan viva como la paciencia, que dos más dos siguen siendo cuatro, pero dale un respiro para poderlo pensar.
Ahora vuelve a estar ocupado, vuelve a sentirse útil, para él y para los demás, vuelve a mirar el reloj para medir el tiempo y el futuro, para no llegar tarde, no es que le vayan a poner falta, es que no quiere faltar.
Sus hijos, sus nietos, sus vecinos le ven marchar, sin mono de trabajo, sin mochila para el pan, no muy elegante pero bien vestido y sin prisa para llegar, a un destino cercano, tan cercano como el de escribir y sumar; escribir la ilusión y sumar la esperanza de volver a saludar a los que, como él, lo que un día no pudieron aprender ahora se lo vuelven a enseñar.
De vuelta a casa el nieto le pregunta que de dónde viene, y la respuesta, siempre es igual: “que son asuntos de mayores….que algún día lo entenderá”.